Page 47 - LETRAS ILUSTRADAS
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Letras Ilustradas

LA CASA DE AL LADO

Luciana Escobar

En la casa de al lado vivía un          seguía saliendo siempre a la puesta    47
anciano que tenía todos los días el     de sol, y el sonido de aquella puerta
mismo aspecto bajo la misma ropa:       abriéndose y cerrándose en la noche
un abrigo, pantalones y un par de       siempre lograba asustarme.
zapatos elegantes negros. Todos los
días traía telas y muñecas de trapo     Un día, los sonidos y los recuerdos
a las siete de la mañana. A las dos     de aquella casa se desvanecieron,
de la tarde traía leña y cera a su      o al menos eso era lo que pensaba
casa, junto con un kilo de carbón. A    entonces. Tras diez meses de que
las cuatro y treinta de la tarde salía  el anciano falleciera, un chico
humo de su chimenea y no volvía a       -alrededor de los veintiocho- se
mostrar su rostro hasta las siete de    mudó a ella. Su manera de caminar
la noche. Entonces, colgaba en la       siempre me recordaba a la del
entrada de la puerta una máscara        vecino que vivía allí antes.
que cada vez cambiaba de diseño.
Poco tiempo después, el vecino          Poco después nos cruzamos y
falleció a las seis y media de la       comenzamos a conocernos más.
tarde con la próxima mascarara que      Le conté que vivía allí desde los
colgaría en la entrada, una máscara     dos años, junto con mi abuela y mi
de mono. Desde ese momento esa          madre. Luego, le conté que empecé
escena acompañaría cada una de          a estudiar en una escuela cercana
mis pesadillas.                         y que decidí quedarme allí. El chico
                                        era misterioso y aterrador de vez en
Nadie quien quisiera apareció para      cuando, pero eso nunca le quitó que
alquilar o comprar aquella casa         era amable y muy carismático.
llena de muñecas de tela dañada, de
kilos de leña y carbón sin utilizar;    Tiempo después empecé a darme
adornada con esa espeluznante           cuenta de que todos los días, en la
colección de máscaras con rostros       tarde, la chimenea de esa casa se
de animales hechos de cera. Pero,       encendía y emitía un olor fuerte a
aunque no hubiese nadie en aquella      parafina. Un día el chico me invitó
casa, el humo de la chimenea            a pasar. Vi que la electricidad no
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